Cuentan que una vez, se reunieron todos los sentimientos y cualidades del hombre. Cuando el ABURRIMIENTO había bostezado por tercera vez, la LOCURA, como siempre tan loca, les propuso jugar a las escondidas. La INTRIGA levantó la ceja intrigada y la CURIOSIDAD, sin poder mantenerse preguntó: ¿A las escondidas? ¿y cómo es eso? - Es un juego - explicó la LOCURA - en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar uno hasta un millón mientras ustedes se esconden, y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego. El ENTUSIASMO danzó seguido de la EUFORIA, la ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATÍA, que nunca se interesaban por nada. Pero no todos quisieron participar... la VERDAD prefirió no esconderse, ¿para qué? si al final siempre la hallaban, y la SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella)
Guy de Maupassant (Francia, 1850-1893) ¿Fue un sueño? (1887) (“La morte”) [Otro título en español: “La Muerta”] Originalmente publicado en el periódico Gil Blas (31 mayo 1887) La main gauche (1889) ¿Por qué se ama? ¿Por qué se ama? Cuán extraño es ver un solo ser en el mudno, tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios... un nombre que asciende continuamente, como el agua de un manantial, desde las profundidades del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se susurra incesantemente, en todas partes, como una plegaria. Voy a contaros nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una, que es siempre la misma. La conocí y viví de su ternura, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos tan absolutamente envuelto, atado y absorvido por todo lo que procedía de ella, que no me importaba ya si era de día o de noche, ni si estaba muerto o vivo, en este nuestro antiguo mundo.
No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie, porque fundamentalmente Tú has hecho tu vida. Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo, el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar… corrigiéndote. Nunca te quejes del ambiente o de quienes te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer. Las circunstancias son buenas o malas según la voluntad o fortaleza de tu corazón; aprende a convertir toda situación difícil en un arma para luchar. No te quejes de tu pobreza, de tu soledad o de tu suerte, enfréntate con calor y acepta que de una u otra manera son el resultado de tus actos y la prueba que has de ganar. No te amargues de tu propio fracaso, ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como niño. Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar, y que ninguno es tan terrible para claudicar. Deja ya de engañarte, eres la causa de ti mismo, de tu necesidad, de tu dolor, de tu fracaso. Si Tú has sido el ignorante, el i
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